- Ya pues Dany, por qué haces cosquillas.
- Jajaja, cómo te retuerces -se burlaba mi hermano de ella-
- Ya Angela, hasle cosquillas a Dany -se dirigió a su hija de cinco años-
Y Angela se dispuso a hacerle cosquillas, siguiendo la invitación de Marie. Los observaba reirse y gozarlo, y aun más capturaba en mi mente; a mi hermano reir como un niño, jugando a ser dócil y dejando su máscara adulta que acostumbra ponerse.
- Ahora tú -se acercó Angela hacia mí, y me preguntó si también, tenía yo cosquillas-
Porsupuesto al decirlo, ya estaba yo siendo atacada por sus manos pequeñas, y retorciendome con desesperación por safarme del juego. Luego cansados, compartimos el lonche, que consistía en un sandwich "montecristo" con un vaso de gaseosa -y es que era un Domingo y todos podiamos comer lo que sea-
Al terminar de comer, Angela empezó a contar una historia, que porsupuesto no alcanzaba a entenderse, por la falta de sintaxis; aun así, ella insistía con su historia y al final terminó captando nuestra completa atención.
- Ahora tú, vas a pararte aquí, y tú aquí... -nos iba acomodando uno a uno, como si fuésemos sus piezas de juego, para actuar conforme a su propio guión.
- Los adultos debiéramos ser como niños, alegrarnos de un pequeño suceso; soñar, fantasear y desbordar imaginación; lastima que siempre, se hace casi imposible -mi hermano recitaba estas frases, como si fuese un discurso, al ver a Angela, actuar con Marie en la cocina; frases que él no lograba hacer realidad, pero que quisiese lo fueran-
- Ya, ya dejen de reirse, ahora ustedes van a bailar -nos empezó a indicar las instrucciones de su concurso de fantasía -los tres la mirábamos en silencio a media risa-
- Tú ven, ahora...haber, ahora tú vas a.. -se acercó a su mamá para preguntarle como se debía nombrar a cada participante- ya, ya..Tú, conrusante vas a bailar ballet.
Enmudecí de inmediato, sintiendo verguenza por lo que tenía que hacer, cómo se supone que debía bailar ballet en la cocina, pensé; quise lanzarle la posta y pregunté:
- Tú eres la profesora, dime cómo debo bailar, enséñame -me sentí más libre de tensión-
- Hay, bueno está bien, ven aquí...ponte así...extiende la mano, y ahora baja y sube, luego arriba y vuelta.
Y así me fue enseñando su danza de ballet que había aprendido, viendo películas de Barbie. Luego le llegó el turno a mi hermano, a él le costó aun más, lo noté; su rostro reflejaba su roche, su miedo de volver a ser niño y que pudiéramos verlo.
- Ya, ahora tú conrur...conrursante, te toca -mi hermano reia y la veia esperando que le indicara los pasos-
- Angela, y ahora qué va bailar Dany -reiamos con Marie-
- Huayno, eso -mi hermano se puso más rosado y luego le siguió el juego-
- Cómo se hace, enséñame
Paso a paso, Angela, le enseñó a bailar Huayno pero en género femenino, luego le tocó a Marie y bailaron algo que no tiene género musical, mas bien se asemejaba a un ejercicio de aéróbicos de esos que, ve uno en la tele. Al término del concurso, ella nos calificó uno a uno. Mi hermano terminó siendo el Concursante Número "0", porque perdió para ella. Marie y yo, ganamos los premios: Muñecas y Carros que se encontraban imaginariamente detrás de la puerta de la cocina.
Viró Angela a Dany y le concedió una chance, lo hizo bailar sin que nosotras lo tuviéramos que mirar (nos advirtió que si lo hacíamos, nos iba a pegar).
De reojo observé a mi hermano, bailar conforme a los pasos aeróbicos que ella le enseñaba, se veia avergonzado, pero aun así lo hacía; y al término pareció disfrutarlo.
- Ahora tú vas a ser la princesa -se dirigió a mí-
- Y tú serás el rey -se dirigió a mi hermano-
Nos hizo bailar vals, como rey y princesa, mientras ella bailaba con Marie a lado.
Ignoraba Angela que había discutido con Dany, y que era más que verguenza lo que exhalaban nuestros rostros. Sin embargo, duró menos de un minuto, para luego olvidar que éramos adultos y que nos queríamos matar (en sentido figurado por supuesto).
La cocina era la Orquesta Sinfónica, en la mesa estaba servido el gran buffet, detrás de la puerta estaban los regalos y los tres que actuabamos ahí, eramos los reyes y princesas de su cuento.